lunes, 11 de abril de 2016

CARRERA POR EL SUEVE

Las tejedas europeas sufren, desde hace siglos, un acoso continuo que las ha diezmado y recluido a sus posiciones actuales, en los lugares más escarpados e inaccesibles de las montañas. Hoy quedan tan solo algunos ínfimos reductos que han sobrevivido a la auténtica persecución que sufrió este árbol por su madera incomparable para la fabricación de arcos, muebles y utensilios diversos. En la década de los setenta del pasado siglo, el descubrimiento de un medicamento que se obtiene a partir de la corteza de tejo y aún hoy resulta el remedio más eficaz para curar determinados tipos de cáncer, precipitó la aniquilación de estos bosques a escala planetaria. Se calcula que hacían falta tres árboles centenarios para el tratamiento de cada enfermo. A punto de agotarse las “reservas” mundiales, la paradoja estaba servida. ¿A quién salvamos primero? decía un eslogan ecologista. El negocio farmacéutico resultaba fabuloso, y tan solo el descubrimiento de un proceso para sintetizar una parte de la molécula ha impedido que se consumara el exterminio. Para las poblaciones europeas ya era demasiado tarde y en nuestro entorno tan solo las tejedas del Sueve han quedado como un retazo de lo que pudo ser nuestra selva primigenia. Se trata de los últimos bosques de esta especie, de cierta relevancia, en toda la Europa occidental y uno de los más antiguos del continente. En este contexto, la celebración por segunda vez de una carrera que atravesará estos parajes pisoteando un terreno que ya tiene graves problemas de sobrepastoreo, regeneración y erosión, resulta una incongruencia verdaderamente monumental. ¡Como si no hubiera en toda Asturias o en la propia cordillera caminos para correr y recorrer de forma respetuosa! Ya en la primera edición de esta carrera, que se celebró el año pasado, expresamos el sinsentido de atravesar precisamente uno de los espacios naturales más frágiles y singulares de este país, en un evento que nada tiene que ver con la ética y la estética tradicional del montañismo o el deporte en general. Hasta la fecha estas prácticas se han caracterizado por el respeto escrupuloso al medio ambiente y en este sentido compartían muchos valores con las actividades científicas, culturales y educativas. Quizá en aquella primera ocasión la asociación organizadora, el Grupo de Montaña Picos y Chigres, podía alegar desconocimiento del impacto de esta actividad o de la importancia ecológica del lugar. En este momento, y una vez que personas, grupos y asociaciones del ámbito de la ciencia y la ecología, han explicado en diferentes medios el daño que representa el paso de cientos de pares de botas descendiendo a la carrera por una pendiente tan pronunciada, no encontramos ninguna excusa para la reincidencia. En cualquier caso recordamos que ya la introducción de los gamos en 1960 y la actitud pasiva e irresponsable de la Consejería que mantiene una población incontrolada de estos animales, nos está llevando a una falta de regeneración prácticamente absoluta. Las jóvenes plántulas no logran sobrevivir por el pisoteo continuo y si alguna llega a desarrollarse, apenas alcanza un porte arbustivo por la intensa presión del ramoneo. Se puede decir que la dinámica de este bosque de tejos se ha congelado hace más de cincuenta años y se produce una preocupante pérdida de suelo y una decadencia general del medio. El número creciente de visitas tampoco ayuda y los expertos han hablado de la necesidad de restricción o regulación en este sentido. De hecho nos consta que guías de montaña y organizadores de excursiones por el Sueve han ido reduciendo de forma voluntaria el número de personas por grupo, conscientes del deterioro que sufre el ecosistema por la creciente masificación, y hablamos de senderismo. Imaginen por un momento la diferencia entre el impacto de un pequeño grupo que camina por senderos establecidos y compárese con la “Pisada del Diantre” atravesando justamente el área de potencial regeneración, durante la celebración del evento, los entrenamientos, las señalizaciones, etc. Es deprimente que después de tantos años de trabajo por parte de tantas personas comprometidas en la conservación de este lugar, después de tantos esfuerzos intentando que tuviera una protección efectiva, después de congresos y redacciones de manifiestos y decálogos para la visita ética y responsable de estos lugares emblemáticos… resulte tan sencillo organizar un asalto de tal calibre y sobre todo que las administraciones municipal y autonómica continúen propiciando el deterioro de este patrimonio natural único que tienen el cometido y la obligación de preservar. No se ha entendido, o no se ha querido entender, el absurdo atentado que representa esta carrera contra la integridad de un paraje excepcional y en vista del fracaso evidente a la hora de explicarlo, tanto a los organizadores, como a los patrocinadores y participantes; continuaremos tratando de comunicar por todos los medios que “deporte” y “montañismo” son actividades que implican respeto al espacio natural en el que se practica cualquiera de estas actividades. Después de siglos de retroceso de estos bosques a causa de su explotación abusiva, la última y avejentada tejeda sufre un nuevo modelo de acoso y degradación. A este paso dentro, de muy poco, tan solo nos quedará escribir su triste epitafio para la posteridad.